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No le gustó la fácil forma que tuvo el director del instituto de echar a su compañera, no le gustó lo rápido que dejó de ver a aquella chica con la que pasaba su tiempo del recreo, no le gustó que aquel dictador únicamente le dijera "busca tu lugar, aquí no prosperas, solo haces que mal".
No le gustó la fácil forma que tuvo el director del instituto de echar a su compañera, no le gustó lo rápido que dejó de ver a aquella chica con la que pasaba su tiempo del recreo, no le gustó que aquel dictador únicamente le dijera "busca tu lugar, aquí no prosperas, solo haces que mal".
Él no se podía quedar de brazos cruzados, no, aún más sabiendo que ese tampoco era su lugar. También es verdad que siempre le habían dicho que si quería llegar a ser quien quisiera, debía pasar por ese trago. Le habían quitado a aquella persona que le comprendía. Cual alma en pena decidió hacer algo, llevar con él un símbolo que la representara, por ello decidió hacerse una cresta en el pelo y tintarse lo de rojo, como la de ella. Ese día todo cambió, la gente le miraba de otra manera, se relacionó con gente muy diversa, paso de ser un don nadie en el instituto, ha que todo el mundo hablara de él; sentía que luchaba contra algo que se le imponía, no era como los demás.
En la calle le miraban mal, sabía que la sociedad no le aceptaba, que quería llevarle al "buen camino", y lo notaba en que le recurrían más los testigos de Jehová, y los guardias de seguridad de los centros comerciales (como él si fuera calaña); lo notaba en cada revista que leía, en cada programa que veía o que escuchaba, podía ver a aquellos personajes estereotipados que tenia la sociedad metidos dentro de una caja, todos sin salirse de la raya, cumpliendo su cometido.
Con una nueva vida por delante, vio como luchaba contra esa sociedad conformista que podía ver en la televisión, escuchar en la radio, o leer en las revistas. Internet, arma de doble filo; fuente de información inagotable, mientras que alienante de la vida y maquina sedentarizadora de la sociedad. Él, intentando cambiar el mundo; el mundo, cada vez más grande. Como si de un virus se tratara, observó cómo, poco a poco, sus amigos empezaban a ver cosas buenas en esas redes sociales de Internet que tanto odiaban; con el tiempo todos sus amigos tenían facebook (aquella herramienta social que dejaba al descubierto su vida), mientras que él resistía. Una noche vio a un filósofo alardear del número de amigos que tenía en la red social, no se lo podía creer, aunque pensó, "si un gran pensador posee un facebook, no debe ser tan malo".
Así que se hizo uno, empezó a conocer gente, no sabía tan siquiera quienes eran, pero no le importaba. Poco a poco sintió como si la sociedad no estuviera realmente en una espiral conformista, sino que intentaba progresar al mismo tiempo que se divertía. Al día siguiente decidió que le cansaba su cresta, y no se la hizo; con el tiempo dejaron de gustarle tanto los piercings y decidió quitárselos. Y así, lentamente, empezó a ver más la televisión, donde los programas que le parecían superfluos, ahora pensaba que eran entretenidos, y cada vez se sentía más aliviado y contento, como si de morfina se tratara.
Así, y en poco tiempo, se dio cuenta que se había convertido en aquello que antes repudiaba, a base de sentarse a ver la televisión, de escuchar cada día el programa de moda en su nuevo teléfono móvil, o de entablar conversaciones insustanciales con aquellos amigos que ya nunca veía, ni con los que quedaba para jugar a fútbol.
Acabó la carrera, encontró un buen trabajo, conoció a una mujer en el trabajo con la que formó una familia, por fin había prosperado, había encontrado su lugar, pero no se sentía bien, no era feliz.
En la calle le miraban mal, sabía que la sociedad no le aceptaba, que quería llevarle al "buen camino", y lo notaba en que le recurrían más los testigos de Jehová, y los guardias de seguridad de los centros comerciales (como él si fuera calaña); lo notaba en cada revista que leía, en cada programa que veía o que escuchaba, podía ver a aquellos personajes estereotipados que tenia la sociedad metidos dentro de una caja, todos sin salirse de la raya, cumpliendo su cometido.
Con una nueva vida por delante, vio como luchaba contra esa sociedad conformista que podía ver en la televisión, escuchar en la radio, o leer en las revistas. Internet, arma de doble filo; fuente de información inagotable, mientras que alienante de la vida y maquina sedentarizadora de la sociedad. Él, intentando cambiar el mundo; el mundo, cada vez más grande. Como si de un virus se tratara, observó cómo, poco a poco, sus amigos empezaban a ver cosas buenas en esas redes sociales de Internet que tanto odiaban; con el tiempo todos sus amigos tenían facebook (aquella herramienta social que dejaba al descubierto su vida), mientras que él resistía. Una noche vio a un filósofo alardear del número de amigos que tenía en la red social, no se lo podía creer, aunque pensó, "si un gran pensador posee un facebook, no debe ser tan malo".
Así que se hizo uno, empezó a conocer gente, no sabía tan siquiera quienes eran, pero no le importaba. Poco a poco sintió como si la sociedad no estuviera realmente en una espiral conformista, sino que intentaba progresar al mismo tiempo que se divertía. Al día siguiente decidió que le cansaba su cresta, y no se la hizo; con el tiempo dejaron de gustarle tanto los piercings y decidió quitárselos. Y así, lentamente, empezó a ver más la televisión, donde los programas que le parecían superfluos, ahora pensaba que eran entretenidos, y cada vez se sentía más aliviado y contento, como si de morfina se tratara.
Así, y en poco tiempo, se dio cuenta que se había convertido en aquello que antes repudiaba, a base de sentarse a ver la televisión, de escuchar cada día el programa de moda en su nuevo teléfono móvil, o de entablar conversaciones insustanciales con aquellos amigos que ya nunca veía, ni con los que quedaba para jugar a fútbol.
Acabó la carrera, encontró un buen trabajo, conoció a una mujer en el trabajo con la que formó una familia, por fin había prosperado, había encontrado su lugar, pero no se sentía bien, no era feliz.
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