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Cuando se hace lo que se debe

Lo escribió Lupus11 |


(Te costará leerlo aprox.: 2 min)

Desde niña fue una pequeña rebelde, nunca hizo caso a sus padres, ella era feliz. Sus padres fueron al psicólogo del colegio, un joven idealista, les dijo que ella era una creativa en potencia, que necesitaba expresarlo, por ello era tan agitada. Ellos le apuntaron para tocar un instrumento, la guitarra, eso sí, española. A ella le encantó.

Pronto se interesaría por el mundo de la interpretación, cosa que a su padre no le gustó.

Cuando fue creciendo seguía siendo igual de subversiva, nadie le podía, se había convertido en una mujer de fuertes convicciones, pero sobre todo una mujer con un sentimentalismo a flor de piel. En la adolescencia siempre había sido una chica prematura, para todo. Caía prendada tan rápidamente como se desmentía a sí misma, y cuando realmente se enamoraba, solían romperle el corazón, como muchas otras decidió no volver a enamorarse. Aunque se consideraba una romántica.

Pero esa promesa se rompería, ella necesitaba alguien que la abrazase, que la consolase en los momentos débiles, que la mimase, en definitiva, que la quisiese; entonces lo conoció, nunca creyó que se enamoraría de alguien en un funeral, pero lo hizo. Hablaron de todo, de aquella pobre mujer, de cómo vivió sus últimos días, compartieron sus sentimientos al respecto, ella expuso que nunca pasaría por ello, prefería morir a estar moribunda y haciendo sufrir; el no respondió. Quedaron esa misma noche. Al cabo de unos años se casaron.

En el matrimonio ella seguía impartiendo clases de guitarra, aunque él la incitaba a no hacerlo, debía cuidar de la casa, pero ella no retrocedió. Cada domingo ella se levantaba con un vacío en la cama, vacío que ella nunca pudo suplir. Caminaba, cada mañana iba andando al conservatorio con ilusión, con ganas, siempre escuchando su música preferida, odiaba la radio, decía que la alienaba.

Cuando volvió a casa por la ruta habitual, pensando que hacer para cenar, no lo pudo ver, se le acercó por detrás, le robó el bolso, ella, impulsiva como siempre, salió corriendo. Poco a poco se aproximaba más a su objetivo, pero sabía que algo no iba bien. No se dio cuenta de que estaba cruzando la calle sin mirar.

Cuando se despertó en la cama del hospital vio a su marido a su lado, había estado a su lado durante los cuatro días que duró el coma. Cuando se despertó el la abrazó. Casualmente, cuando el bajó a comer algo a la cafetería, entró el médico, con una cara de pocas esperanzas, y así eran sus nuevas. Poco duraría. En ese momento entró el marido, comprendiendo que algo pasaba; el doctor le concedió a ella la posibilidad de contárselo. Ella le dijo que le quedaban horas, se moría por dentro, le dijo que entraría en coma, podría vivir gracias a maquinas, pero ella no lo aceptaba, y así se lo comunicó.

Después de un afectivo abrazo ella se apagó. El nunca hablo con ninguna persona de su conversación con ella. El murió antes que ella.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Vaya me ha gustado el post,
además la fotografía es una de mis preferidas,
no logro ver la conexión con vuestros temas habituales,
pero me ha gustado!!


Irene

Lupus11 dijo...

Este post intenta sacar una reflexión propia sobre el mundo de internet y sobre la vida paralela e él.
No solo existe este universo del que solemos hablar en este blog, sino que deberiamos no dejar nunca de lado nuestra vida (representada como la protagonista) ya que esta tiene problemas e injusticias sobre las que reflexionar y debatir (tratado al final de la historia) que suceden paralelas a la red, al igual que vivencias que nos se pueden tener digitalment.

Espero haberte contestado...

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