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Coméntame, coméntate

Lo escribió Carlos |

El gran diálogo en que se ha convertido el mundo no tiene precedentes. Una sola palabra puede devenir en miles en tan sólo segundos gracias a nuestra nuevo y radiante medio de comunicación. Internet ha agitado los pilares sociales de todos los rincones del planeta, sin contemplaciones. Sólo unos pocos afortunados están escapando a traducir sus vidas a volátiles unos y ceros, y digo afortunados, pero en realidad no saben lo que se pierden.

La libertad de hacer y deshacer a golpe de clic es una sensación indescriptible. El clásico y sencillo "hablamos" transmitido verbalmente ha sido transformado por otro de idéntico valor pero de muchísima mayor velocidad y fuerza. La esencia en realidad es la misma, una conversación. Pero no una cualquiera, sino una megaconversación donde todo el mundo está invitado a hacerlo cuándo, cómo y dónde quiera. Los tiempos decimonónicos donde alguien hablaba y los demás callaban a escuchar ya, al fin, han pasado. Ahora TUS COMENTARIOS conversacionales no es que sean permisibles, ahora son esperados y necesarios como fuente de combustión para la cultura que nos embriaga por todas partes. Nuestro sistema cultural está vivo, más vivo que nunca, es hiperdinámico, y todo es gracias a la libertad y frescura en la forma de transmisión de la misma.

Los comentarios, tus comentarios, son pieza fundamental de este Sistema Solar que gira alrededor de un ardiente "nosotros" para narcotizarnos de conocimiento. La función que cumplen, aunque parezca increíble, es ferozmente útil. Jamás un filtro ha sido tan consecuente como este. Sin duda sería la envidia del mismísimo Adam Smith, que imaginó un sistema autorregulable por la acción de un mercado de las personas, pero sin las personas.

Como ha comentado mi compañero Alex, oscuros horizontes acechan a la libertad e igualdad en la Red. Y no es el único que lo piensa, lingüístas de la categoría mundial de Chomsky, no casualmente, piensan lo mismo que él. ¿Es este el fin de nuestro sueño lúcido? Sarkozy y toda una larga lista de poli(cia)ticos se empeñan en que así sea. Mientras tanto, dejémonos llevar por los caminos espontáneos de nuestro diálogo, permíteme equivocarme, pero, por favor, adviérteme si así lo hago, aunque el precio a pagar sean toneladas de letras amontonadas con aspecto de disfuncionalidad.

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